Que buen recuerdo me manda Manolo Madrid, gracias amigo me he reído mucho.
¡¡¡AQUI VA A SER!!!
En más de una ocasión en las diferentes partes del planeta que nos ha tocado recorrer siguiendo las hazañas de Carlos Sainz en el Mundial de Rallyes, nos hemos llevamos algún que otro susto por carreteras y pistas de tierra infernales. Aún hoy en día recuerdo con horror el Rallye de Indonesia de 1997, una carrera que discurría por unos tramos con una capa de barro en la superficie que los convertía en competición de ballet artístico.
En aquella ocasión, siempre el equipo “A” al completo: Pipo López, Javier Bueno, alias “el malo” y yo mismo, nos tocó seguir el rallye en un todo terreno, en concreto con un viejo Daihatsu. Su conductor tenía un nombre impronunciable, por lo que a Javier no se le ocurrió otra cosa que “rebautizarle” como Jesulín y le explicó dando unos capotazos al aire que era el nombre de un famoso torero. Yo creo que no le convenció mucho, y ese fue el principio de nuestra aventura por la selva y las plantaciones de caucho de la isla de Sumatra.
También recuerdo en aquel rallye como el pobre “Jesulín”, que no hablaba ningún idioma, salvo el suyo, alucinaba al volante mientras que Javier y Pipo hablaban a voz en grito, no podía comprender y mucha otra gente tampoco, que es su forma natural de comunicarse, él se pensaba que estaban todo el día discutiendo. Menos mal que en aquella ocasión no venía Ponseti, que también hablando tiene una cobertura increíble, nuestro conductor se habría cortado las venas. Pero bueno, esa es otra historia. Volvamos a las aventuras con nuestro chofer local por lo que en Indonesia llaman carreteras.
Estuvimos unas cuantas veces muy cerca de tener un accidente, el hombre se empeñaba en hacer adelantamientos en cualquier sitio, independientemente de que vinieran otros vehículos de frente o no. En más de una ocasión estuvo a punto de llevarse unos buenos cogotazos. Cuando veíamos que era inevitable el accidente gritábamos: ¡¡¡aquí va a ser!!! y estuvimos tantas veces tan cerca del desastre que en una ocasión que se animó a adelantar cuesta arriba a dos camiones, sin reducir ni una sola marcha y a paso tortuga, apareció de frente otro enorme camión y para hacernos una idea de como fue esta vez la situación, el mismo dijo en perfecto castellano: ¡¡¡aquí va a ser!!!. Afortunadamente no pasó nada, el camión se tiró a la cuneta y pasamos en triple fila. Lo menos divertido es que a pesar de aquella situación extrema “Jesulín” siguió conduciendo a su estilo.
Al final una vez terminado el rallye nos llevó al aeropuerto y en la despedida nos dio una tarjeta con su número de teléfono para por si en otra ocasión necesitábamos un conductor que no dudáramos en llamarle. Javier que en muchas ocasiones no ve el peligro le cogió la tarjeta encantado y le prometió que la próxima vez le llamaría. Le dijimos que estaba loco, pero el “malo” que para algunas cosas es bastante bueno lo argumento diciendo que es que era muy simpático. En eso al menos tenía razón.
En más de una ocasión en las diferentes partes del planeta que nos ha tocado recorrer siguiendo las hazañas de Carlos Sainz en el Mundial de Rallyes, nos hemos llevamos algún que otro susto por carreteras y pistas de tierra infernales. Aún hoy en día recuerdo con horror el Rallye de Indonesia de 1997, una carrera que discurría por unos tramos con una capa de barro en la superficie que los convertía en competición de ballet artístico.
En aquella ocasión, siempre el equipo “A” al completo: Pipo López, Javier Bueno, alias “el malo” y yo mismo, nos tocó seguir el rallye en un todo terreno, en concreto con un viejo Daihatsu. Su conductor tenía un nombre impronunciable, por lo que a Javier no se le ocurrió otra cosa que “rebautizarle” como Jesulín y le explicó dando unos capotazos al aire que era el nombre de un famoso torero. Yo creo que no le convenció mucho, y ese fue el principio de nuestra aventura por la selva y las plantaciones de caucho de la isla de Sumatra.
También recuerdo en aquel rallye como el pobre “Jesulín”, que no hablaba ningún idioma, salvo el suyo, alucinaba al volante mientras que Javier y Pipo hablaban a voz en grito, no podía comprender y mucha otra gente tampoco, que es su forma natural de comunicarse, él se pensaba que estaban todo el día discutiendo. Menos mal que en aquella ocasión no venía Ponseti, que también hablando tiene una cobertura increíble, nuestro conductor se habría cortado las venas. Pero bueno, esa es otra historia. Volvamos a las aventuras con nuestro chofer local por lo que en Indonesia llaman carreteras.
Estuvimos unas cuantas veces muy cerca de tener un accidente, el hombre se empeñaba en hacer adelantamientos en cualquier sitio, independientemente de que vinieran otros vehículos de frente o no. En más de una ocasión estuvo a punto de llevarse unos buenos cogotazos. Cuando veíamos que era inevitable el accidente gritábamos: ¡¡¡aquí va a ser!!! y estuvimos tantas veces tan cerca del desastre que en una ocasión que se animó a adelantar cuesta arriba a dos camiones, sin reducir ni una sola marcha y a paso tortuga, apareció de frente otro enorme camión y para hacernos una idea de como fue esta vez la situación, el mismo dijo en perfecto castellano: ¡¡¡aquí va a ser!!!. Afortunadamente no pasó nada, el camión se tiró a la cuneta y pasamos en triple fila. Lo menos divertido es que a pesar de aquella situación extrema “Jesulín” siguió conduciendo a su estilo.
Al final una vez terminado el rallye nos llevó al aeropuerto y en la despedida nos dio una tarjeta con su número de teléfono para por si en otra ocasión necesitábamos un conductor que no dudáramos en llamarle. Javier que en muchas ocasiones no ve el peligro le cogió la tarjeta encantado y le prometió que la próxima vez le llamaría. Le dijimos que estaba loco, pero el “malo” que para algunas cosas es bastante bueno lo argumento diciendo que es que era muy simpático. En eso al menos tenía razón.